domingo, 19 de febrero de 2012

Los premios

Y vino sin esperarlo. Quizás por la sensación agridulce en el 2003 ó 2004, me olvido, cuando publiqué Cuando los ángeles juegan a la suiza – hoy agotada y sin editor, porque la EUCR me rechazó la reimpresión, asuntos de mercadotecnia – y el premio de novela resultó desierto (me consuela, saber que una novela mucho mejor que la mía, Marzo todopoderoso de Catalina Murillo, también fue soslayada en ese desértico año). Ver la lista de ganadores, sin embargo, también me trajo una sonrisa: es sabrosa la ironía, la de que voy a compartir el estrado en el Teatro Nacional con el Sr. Alberto Cañas por su Pío Víquez, este señor que su buen artículo hizo para despedazar Cuando los ángeles y encubrir la censura que recibió la novela en el consejo editorial que en ese momento él presidía (cuando la novela ya había recibido el encomio para publicación por los evaluadores y el mismo director de la editorial). En fin, no olvido y sigo agradeciendo la riposta publicada en La Nación por don Fernando Durán Ayanegui, entonces director de la Editorial de la UCR ante el anuncio de la desertificación del premio y, de paso, su respuesta a las diatribas del buen Sr. Cañas (que como algunos dicen por ahí, está por encima del bien y del mal, aunque para mi gusto más tira para lo de un cascarrabias que sabe escribir muy bien). Pues claro, son memorias que ahora vuelven (y de paso, me pregunto, quizás nadie le ha avisado a la Editorial de la UCR que una de sus novelas ha ganado esta vez un Aquileo, porque ni siquiera un correo-e me han enviado, pero yo trabajo en otra universidad pública; sé lo ocupados que deben andar contestando memorándums).

Así que ahora con el alboroto que le han armado a Warren Ulloa por Bajo la lluvia dios no existe me siento un poco identificado, porque conozco las veleidades de los premios y los celos que despiertan, y por eso prefiero tomar esto con muchas pinzas . Y sé que él lo tiene bien claro, que mejor favor no le han podido hacer sus críticos: es más combustible para alimentar su furia para escribir, que algo así decía Romain Gary. Que si es la Iglesia la que te ataca, algo bueno debés estar haciendo (no veo de todos modos por qué va uno a inquietarse por las críticas de un cuerpo lleno de abusadores de niños, dirigidos por un papa medieval).

En fin, que le de doy muchas gracias a mi familia y mis amigos, los que me han llamado, escrito, y los que me han leído. Y mis saludos al Sr. Cañas, porque la casualidad nos ha unido de nuevo.

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