miércoles, 24 de agosto de 2011

La lucha oculta

En ese estilo tan típico de nuestras castas gobernantes, de secretismo y cuchicheos, continua la triste historia de la Caja Costarricense de Seguro Social. De la reciente historia del país, se sabe, que la táctica primordial de quienes pretenden dirigirnos es la de alargar los intervalos y los silencios, y dejar que aquellas de sus marrulleras actividades que para desgracia suya salen a la luz, caigan pronto en el olvido y resignación de los afectados --todos nosotros--. Así, la Presidenta nos nombra una nueva ministra de Salud, amiga y colega de quien a tumbos ya dirige la CCSS, y mientras tanto la última auditoría sobre la institución se va al baúl de los secretos de estado. Con estas acciones, simplemente se desoye un clamor que, supongo que esperanzados nuestros líderes en la tradición histórica, se irá apagando sin consecuencias. Pero debe la Presidenta recordar que la peor de las furias es siempre la de los pacientes. Las manifestaciones en Tibás por el arbitrario intento de cerrar una clínica comunal deben despertarla --a ella y a esa casta excelsa que parece ofenderse cada vez que se le cuestionan sus altaneras disposiciones-- a la realidad: cuando ha sido necesario, los ciudadanos costarricenses se han levantado contra los intentos de sojuzgar sus libertades y derechos. Porque esta democracia que los costarricenses gozamos, no es producto de una supuestamente muy tica imagen de pasividad y pacifismo con que han tratado de caracterizarnos a los costarricenses desde niños en nuestros medios de comunicación e incluso desde nuestro manipulado sistema educativo, sino que se ha ganado con la sangre del pueblo, en 1823, en 1842, en 1856-57, en 1889, en 1919, en 1948, en 1955. Las luchas contra ALCOA y el Combo del ICE son recordatorios de que este país está poblado de costarricenses serios que luchan por lo que les es suyo, no de ticos pura vida amantes del vacilón.
Es reconfortante ver, entonces, que grupos como el de Cotizantes CCSS aparecen para mantener viva la llama y obligar a las autoridades a aplicar el bisturí que les ha sido encomendado. Si no desde las esferas del poder ejecutivo, entonces desde el poder judicial. Quizás grupos como este, logren hacer entrar en razón a quienes alegremente pretenden dirigir el país como si de su hacienda privada se tratara. Quizás grupos como este logren resolver una de las mayores ironías de la CCSS y quizás la razón del secuestro que vive hoy: el que entre su directorio, no haya representante de quienes aportan el máximo sostén de la institución y son su razón de ser, nosotros los obreros y trabajadores asegurados.

domingo, 14 de agosto de 2011

El verdadero problema

El verdadero problema de la Caja Costarricense de Seguro Social no es su déficit. Ni siquiera es el que, pese al gasto que llevó a este déficit, sigan prevaleciendo la mala atención y el abandono que sufren quienes no pueden acudir a la consulta privada (la gran mayoría de la población).

El problema de la Caja va más allá de un asunto contable o administrativo. Es un asunto de ética profesional. Es consecuencia del secuestro de la seguridad social por parte de un gremio profesional, el de los médicos, que en su codicia ha traicionado el juramento de servicio a sus semejantes. Las pruebas son muchas, pero basta una contundente: según algunas fuentes, en este país de cuatro millones y medio de habitantes, solo hay dos nefrólogos y ocho oncólogos en activo (ocho oncólogos en un país en el que se espera que pronto sea el cáncer la principal causa de mortalidad). Yo he escuchado muchas historias, de como el acceso a estudiar especialidades se restringe para no perjudicar "el mercado". Quizás sean rumores. Pero los números sostienen dichos rumores: en Costa Rica, me han dicho, solo se gradúan 16 especialistas al año. En Nicaragua, 250. No va para nada bien mi Costa Rica.

sábado, 13 de agosto de 2011

Las tormentas

Hablemos de fantasmas. Envueltos en escamas de oro. Hará unos meses, por radio, un insistente propaganda invitaba a un evento en un hotel nacional de prestigio, organizado por un consorcio extranjero desconocido: "se compran joyas de oro", era en resumen la publicidad. El asunto debe haber sido exitoso. No solo se extendió más de lo anunciado originalmente. Volvieron unas semanas después por más. Tiempo después de pasado el evento, no hará un mes, los diarios nacionales daban cuenta del repunte del precio del oro a nivel internacional. No sé si los que vendieron sus joyas habrán atado cabos. No sé si las autoridades lo habrán hecho, tampoco. Los fantasmas son entes muy resbalosos.

Entretanto, la burbuja inmobiliaria sigue inflándose en Costa Rica. Hace unos días, La Nación, decía que el alto costo de la tierra en el Gran Área Metropolitana dificultaba las ayudas gubernamentales para clases medias y bajas. Puede esgrimirse el argumento de la densidad poblacional y la escasez de tierras (argumento débil, cuando gran parte del casco josefino está compuesto de lotes e inmuebles abandonados), y la falta de soluciones de propiedad vertical. Es hilar muy fino, me parece. Ninguna de esas razones puede justificar el que la tierra en el Valle Central alcance valores superiores al de un inmueble en ciudades como Miami o Nueva York. Mientras tanto, me dicen algunos que los bancos están financiando casas con hipotecas sobre propiedades sobrevaluadas: "llévese casa y carro nuevos, por el precio de la casa". Esa historia ya la conocemos de hace algunos años en otros países más nórdicos. El que tiene oídos que oiga.

Yo solo digo, si quiere comprar casa, espérese un poco, no se embarque en este Titanic. Si puede, compre oro (yo, tristemente, no puedo). Y si ya está abordo con flamante hipoteca y recién vendió las joyas de la abuela, vaya preparando el salvavidas.
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