domingo, 28 de julio de 2013

Sesenta años de juventud


Bajo el sombrero de paja, no importan las arrugas en la papada ni el bigote cano que sigue siendo ralo --como el de un niño junto a su hermano más barbudo en muchas fotos de las que se tomaron aquellos días por la sierra--. Porque esta revolución sigue siendo de los jóvenes, como dijo el niño anciano. Por eso viajaron a aplaudirlo con ansia otros tantos viejos que también prometen futuro para sus pueblos.  
A sesenta años de la hazaña en el Moncada, a otros tantos del juicio en que el máximo comandante --aún sin barba que disimulara el mentón hundido-- se declaró absuelto por la historia, a unos pocos menos de las cruentas batallas en la selva y el descenso de los mau-mau a la ciudad, se siente la esperanza aún viva. De que el mundo amanece y hay una nueva ruta en la bŕujula. Por ahora solo falta esperar a que los viejos que fueron jóvenes no se olviden de morir.

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