lunes, 21 de enero de 2008

Achará con los manoseos del lenguaje (o réquiem por los periodistas de verdad)

Quizás no debería protestar. Porque un escritor debería aprovechar la siempre mutante cualidad del lenguaje. Pero en el meollo de la discusión sobre lo que es correcto e incorrecto está la necesidad de pactar la zona franca en que nos comunicamos: si usamos el lenguaje con demasiada liberalidad, es difícil entonces entenderse. La sintaxis asegura la transmisión de las ideas. El uso adecuado de los vocablos evita las confusiones. Y aquellos que viven precisamente de la transmisión de mensajes—diarios, revistas, radioemisoras, telenoticieros—deberían ser entonces los más interesados en sostener las normas para aumentar la efectividad de las ideas que proponen.

Lástima que, en vez de mejorar, basta un repaso por la alevosa forma en que nuestros comunicadores usan la lengua para ver que nuestros medios no solo refuerzan vicios lingüísticos y deforman la comunicación formal, sino que incluso, en aquellos casos en que el vicio ha devenido parte del folclor nacional (que como folclor deben respetarse en su ámbito de acción), proceden a deformarlo.

Alguien diría, quizás, que me niego a concederles un motivo más altruista a nuestros periodistas, que debido a nuestra idiosincrasia igualitaria, siguen usando en sus producciones el verbo “ocupar” en vez de “necesitar”, “casetilla de guarda” por “garita” (¿se preguntará alguien por qué La Garita de Alajuela se llama precisamente así?), “bulevar” por “paseo peatonal” (todavía recuerdo cuando bulevar, tal como lo definen la academia y el famoso bulevar de Los Campos Elíseos, eran el de Rohrmoser y el de El Bosque en San Francisco de Dos Ríos: una avenida de dos vías con una isla arbolada al centro), etc. Quizás simplemente se pliegan ante la democracia del lenguaje de la calle.

Ojalá fuera así: pero años de experiencia en salas de redacción ya me quitaron la venda hace mucho. No voy a racionalizar la evidente pereza de periodistas que no saben abrir un diccionario. Si de veras estuvieran nuestros nuevos comunicadores revolucionando el nuevo lenguaje, dando a nuestras tradiciones más peso en la “alta” cultura, ¿cómo ocurren situaciones como la de este telecomercial de tortillas, donde alguien exclama “charita” antes de la aparición de una jugosa cimarrona en la escena? Cualquier tico debería saber, excepto quizás el guionista del anuncio, que el vocablo, con todo el sabor folclórico que emana del mismo, es “acharita”, diminutivo de “achará”. (Pero tal vez, de nuevo, pienso mal, y sea este el inicio de la mutación de este vocablo, y futuras generaciones procedan a reemplazar el “acharita” aceptado por la academia, por este nuevo “charita” televisivo, así como hace poco llegué a descubrir que aquellos deliciosos “lustrados” que tanto me gustaban de niño habían pasado a llamarse “ilustrados” por decisión de alguna productora de rosquillas).

En fin, que yo hace mucho que me desilusioné de nuestros comunicadores y sus cinco años de educación. Pasados aquellos años en que un periodista se hacía a punta de teclear notas en una vieja máquina de escribir, parecería tentador suponer que la educación universitaria llevaría a nuevos niveles el periodismo local. La apuesta fue verdadera, en sentido inverso: de García Monge, Marín Cañas, Enrique Benavides, Rodrigo Fournier, pasamos a redactores que no comprenden la diferencia entre una conjunción adversativa y una concesiva, y entrevistadores incapaces de articular una oración completa sin un teleprompter (tengo algunas joyas guardadas como ejemplo que en otra ocasión compartiré por acá, aunque quizás no hagan falta: enciendan hoy su televisor o radio en cualquier noticiario y descubrirán algunas, lo aseguro).

Hoy, no hace falta mencionar la distancia existente entre cualquier medio local y diarios extranjeros como El País, La Reforma, El Mercurio o El Clarín. Y no es de extrañar que, para hablar de cualquier cosa, en Costa Rica, solo se necesite dominar algunos vocablos: mae, chiva, chuzo y chunche. Lo triste es saber que no siempre fue así (¿o no sabrá alguno de nuestros nuevos periodistas que, hace medio siglo, una de las revistas culturales más importantes del mundo hispano se producía en Costa Rica? Les dejo de tarea averiguar el nombre, que del periodista que la editaba ya hablé por acá).

6 comentarios:

Heriberto dijo...

De acuerdo con vos en lo del pobre manejo del lenguaje los profesionales en comunicación de este país y no digo del lenguaje audiovisual, digo del lenguaje español, es realmente patético el uso que le dan. Hoy en Al día escribe un Miltón Montenegro de "adolecer" como sinónimo de "carecer' y así hay tantos ejemplos. Yo conocí los "ilustrados" no los "lustrados", en cuanto a "charita", también cono el creativo del anuncio lo conocí de esa manera, quizás por mis años en el mismo pueblo al occidente del valle central del que es originario este publicista.

roche dijo...

Eso ocurrió cuando el Concho feneció a manos de nosotros los pachucos.

Una vez leí una opinión que he querido olvidar pero que no me la he podido sacar de la cabeza, el causante de ese des balance fue precisamente Figueres y con todo la industrialización y urbanización luego de la Revolución.

Eugenio García dijo...

Muchas gracias por evocar a mi abuelo Joaquín y a su Repertorio. Saludos.

Alfonso Chacon Rodriguez dijo...

Heriberto. Vivimos entonces choques de culturas: occidente contra oriente, ja, ja. En mi lado del valle, siempre fue acharita y lustrados. ¿Rescoldos de la guerra civil de 1824?

Roche. No sé si Figueres. Creo que la urbanización era inevitable. Demasiada explosión demográfica. Pero es cierto, que de aquel sabor dulce e ingenioso de nuestros conchos abuelos (aquellos poemas, catedrales de retahílas...), hoy los pachucos no somos dignos herederos a la hora de hablar.

Quimera. Para nada. Recordar a tu abuelo es automático si pienso en periodismo y escritores. Me pregunto, ¿se animarán alguna vez alguna de nuestras editoriales a publicar facsímiles del Repertorio? Así que cómo lo hacen en Cuba con Orígenes, o en Argentina con Sur. Deberían ser de colección obligatoria.

Anónimo dijo...

Ahora que tenes una buena perspectiva del periodismo en el sur, que tan mal vez a los periodistas ticos, en comparacion con otros paises de latinoamerica, y si nos vamos a España tambien?

En Costa Rica estamos horribles en todo, hasta en ideas, no se si viste como a Amelia Rueda el periodico Al Dia le copio totalmente lo de las 100 ideas por Costa Rica... claro esta que ella agarro la idea de otros, pero al menos lo dice claramente.

Alfonso Chacon Rodriguez dijo...

De Al Día no hay mucho que esperar. Basta su mentada "revolución" de la Internet, para terminar con un sitio desastroso y desordenado, detrás del de que cualquier diario en el mundo. Fusil de Chispas los puso en su lugar.
En Costa Rica no quedan periodistas de calibre (al menos no en los medios masivos). Lo que hay son reporteros y presentadores (Acá, en Argentina, a esos les dicen "noteros").

hit tracker