Está más que pasada la hora de salir de ese folclorismo de nuestras direcciones.
Quién sabe cuántos paquetes y cartas importantes no llegan a destino, sin mencionar ambulancias, patrullas o el reciente caso de la familia que murió asesinada por su madre. La trabajadora social del PANI se excusó de haber abandonado la existente denuncia por presunto maltrado a las niños porque no pudo nunca encontrar la casa para hacer su trabajo (ver La Nación, 20 de febrero de 2010)
Si tres niños y dos adultos muertos no bastan para ver cuán necesario es tener un sistema de direcciones adecuado en Costa Rica, no sé qué lo será.
jueves, 4 de marzo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario